viernes, 28 de septiembre de 2012

Poema - Debe haber sido

me atrevo a comenzar otra vida
a vivir otros sueños
a volver amar aún cuando
las luces de la ciudad se van
apagando y las estrellas me
llaman con ese guiño conque
las ame de niño

es tarde tal vez para volver
a comenzar; pero que
importa si es un instante
o varios, para mi corazón
es vivir la eternidad en
cada uno de ellos

no se, pero debe haber sido
su mirada que encendió el
fuego de mi corazón

debe haber sido
que siempre la amé.
Karigüe

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Poema - Amar también

¿Qué es ese halo de divinidad
que llega como una brisa fresca
a mi alma?

a veces, porque mi alma es universo,
llegan tempestades, maremotos
tormentas; olas, olas de calor
de frío

porque eso es lo que necesita
el universo; el universo es
así, un ser que trata de
estar, de permanecer, vivo

pero es que ya nosotros no
podemos seguir arrastrándonos
en el barro para mimetizarnos
con la tierra

queremos nadar en aguas claras
volar en el aire puro

amar, también.
Karigüe

lunes, 24 de septiembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 3


LA VIDA
Puede uno con la imaginación volar por el tiempo, puede uno con la imaginación volar por el espacio sin siquiera mover un dedo. ¿Es la mente, aquello que reemplaza a la naturaleza?
¿Es la naturaleza misma, esa costumbre mantenida y potenciada con el tiempo, la que a través de nuestra mente se vuelve invisible; invisible por lo menos para nuestros sentidos?
La segunda parte, es él eje de este tema, de esta cuestión: “Nuestros sentidos, nuestros benditos sentidos, aquellos con los cuales sentimos, registramos; ojos son, poros son por donde entrar y por donde extraemos algo del mundo, del mundo exterior. Pero ¿Qué es ese algo?
Las cosas, los sucesos, lo que sucede a nuestro alrededor; como si ellas y ellos fueran el alimento para un segundo cuerpo, un cuerpo dentro de otro cuerpo: el alma. Allí se produce la digestión; pero como el cuerpo también el alma en sí es un organismo, compuesto, formado de órganos; pero ahora sí, los órganos son invisibles. Cada uno una función. Podríamos encontrarnos y por cierto que nos encontramos, en una situación similar a la de Hipócrates, el padre de la medicina. El se encontraba con un cuerpo que no había sido abierto, se lo consideraba una unidad, por lo tanto los remedios o medicamentos que se aplicaba, era para el cuerpo en si, sin poder identificar la parte como lo hace ahora la medicina moderna.
Lo mismo nos pasa a los modernos, hablamos del alma como si ella fuera una unidad, única; a lo sumo lo poetas dicen: “los andariveles, las galerías del alma” ó lo Psicólogos hablan sobre el yo, el super yo, la mismisidasd, etc.; pero todavía no nos hemos atrevido a diseccionar al alma, abrirla, verla, estudiarla como sí ella fuera una cosa mas; como ahora en si es considerado por la medicina, nuestro, agradable y algunas veces no agradable, cuerpo físico.
Así, luego de diseccionar el alma, pasaremos a diseccionar el espíritu. No hay duda que esta es una tarea para la ciencia, para los científicos, no para nosotros que lo único que tratamos de hacer, es ver, describir, y luego avanzar. No hay duda también que esto último es una tarea de exploradores, de aventureros por y en el campo de nuestra ignorancia, que sin lugar a dudas está muy denso, muy poblado, por cosas que se han ido adhiriendo a lo largo de tiempo, como se adhiere el polvo sobre el cuerpo cuando caminamos. Lo único que estamos tratando de hacer es desempolvarnos.
De alguna manera estamos mirando para atrás, estamos sacudiéndonos el polvo adherido, aquello que no nos deja ver bien lo que ahora somos: los mitos.
Pero hay un aspecto interesante. El polvo, aquello que tratamos de superar, de sacar de nuestra vista, de nuestra mente, es aquello mismo que no solamente sirvió para proteger, para proteger nuestra evolución, nuestras nuevas pieles; sino que las hizo madurar, sino que además las alimentó.
Esto quiere decir que, hemos ó mejor dicho la vida o lo superior a ella, llegó invisible y se va constantemente de forma invisible y se terminará yendo de una forma tan invisible como la que llegó.
Y que la naturaleza, el hombre, etc., sólo son formas creadas, solo son formas de ser, inclusive erigidas, formadas con cosas tomadas del medio, de la tierra, del universo, y que luego se devuelven.
Si bien va quedando una forma labrada como es la cultura, las ciencias, es decir conocimientos; que en último caso podrán quedar o no, el resultado resulta irrelevante. Por lo tanto lo que vemos, lo que tratamos de ver, de saber, de conocer, es lo que somos, lo que hemos logrado ser, lo que eso invisible ha logrado tomar del medio, para ir representando, haciéndose presente, presencia en presente, sobre la tierra.
Quedan dos materias o temas a seguir: ¿La evolución, es decir la forma que va tomado esto a lo que podemos llamar espíritu, tiene un sentido, un fin, un determinado fin? La segunda lo que ve, lo que toma conciencia ¿es realmente el mismo espíritu ó algo ó alguien diferente ya, el hombre? Vallejos dijo: “Tu no tienes Marías que se van, por lo tanto el hombre es el dios…” Algo que se está haciendo presente y algo ó alguien que ve. Dos partes que tranquilamente parecieran que son partes del mismo espíritu, esta deducción se ha hecho con el fin de presentir o intuir que también el espíritu está compuesto de partes, que es un sistema también.
Sistema sobre sistema, encadenados, eslabonados, unidos unos a otros, como si fueran lo mismo; y que nosotros lo presentimos, lo sentimos, inclusive lo pensamos, porque es algo que esta extendido en el tiempo.
Es decir que el tiempo es aquello en lo que se extiende y por lo tanto se puede ver, no sólo lo que somos sino aquello de lo que somos, lo sagrado: El Dios. Solo en el tiempo el espacio puede ser, puede estar presente. Que pasaría sí se detuviera el tiempo, sí todo estuviera quieto. La quietud permanente, no habría movimiento, ni latidos, ni hambre, ni deseos, ni miedos.
Un espacio quieto puede lograr ser infinito, puede lograr ser eterno, silencio puro, cosas, pero no sucesos, no hechos. Estar, solamente estar.
Pero he allí el primer latido, he allí el big bang, he allí el pensamiento, la idea, el sentimiento. Suelto el espíritu, se convierte en tiempo y traspasa las cosas de otro mundo, de otro universo anteriormente brotado, así podemos introducirnos a lo largo del tiempo, y llegar al tiempo original, por lo menos a imaginarlo. El Dios, de él dios al dios, de la vida a la muerte, del silencio al ruido; en el medio la vida, en el medio la fiesta, el carnaval.
El regalo, el presente, divino que nos brinda Dios: la vida.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 1 de Octubre

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Gracias. Karigüe

lunes, 17 de septiembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 2


INCONMENSURABLE

La idea era que el mundo, los otros, la gente, aquellos con los que trataba, eran por lo general personas con las que tenia que lidiar, competir. Eran un obstáculo, eran alguien con los cuales tenía ante todo que compartir.
Como ahora. Están algunos de los cuales no nos podemos descuidar, son como perros hambrientos. En cualquier momento por un pedazo de carne o de pan o de dinero, nos pueden hacer desaparecer de la faz de la tierra.
Además siempre será así. La vida nos impone reglas, leyes, las cuales tenemos que cumplir. Lo vemos a diario entre la gente, entre los pueblos, entre las razas, entre las naciones. Algunas más fuertes, otras más audaces, más atrevidas; más temerosos por lo tanto más agresivas.
“El fuerte cuando es fuerte no necesita ser agresivo. El agresivo sí, porque no es fuerte”. El mundo está hecho, está formando por hombres, son sus células, son sus genes. Es un organismo vivo, separada, formando por elementos con movimiento propio, elementos que se unen cada vez más; cada vez más son más compactos, pero no de una compacticidad física, sino de una compacticidad metafísica, virtual.
Así como los seres vivos han evolucionado formando animales, formando al hombre, así también estos hombres, ahora casi como elementos, están formando a la humanidad, al mundo.
Antes, los genes se unían para formar células, a fuerza de repetirse, de recordar. De repetir, hasta que esa costumbre de repetir se convierte en naturaleza. Lo mismo pasa con los hombres a fuerza de estar unidos alrededor del fuego, de la plaza del pueblo, de los conflictos, del placer, de los vicios, de la religión, van creando otra naturaleza, una naturaleza de costumbres físicas también. Como son las sinapsis, como es la lengua, el leguaje, la traducción del lenguaje.
La unión, la relación, la conversación; la información, la herencia genética, la herencia cultural, es un río paralelo, es un rió invisible, el verdadero río de la vida.
Somos transmisores de vida, de esa vida que transformó el ARN en ADN, de esa vida que transformo a la naturaleza, su naturaleza temporal, en algo virtual. Cada vez más invisible, cada vez más etérea, más sutil.
Del sentimiento al pensamiento, como cuando el agua líquida de los mares se fue convirtiendo en vapor, nube, atmósfera, lentamente buscando el equilibrio, buscando esa relación que dio origen a la vida, a que el animal pueda salir del mar, de las aguas, del vientre, de la placenta de una tierra embarazada.
Fue el sol el que permito que el agua comience a abandonar el planeta tierra. Es el fuego la fuerza, la sangre, la que impulsa, la que hace circular el agua; para crear esa atmósfera, ese lugar, esa morada, eso abierto, ese claro en el bosque, a donde el animal salió, y desde donde miro el horizonte, el cielo.
Así también el mono, uno de los monos irrumpió en lo abierto, en el claro de su bosque, de su mente, de su ignorancia. Debido ahora sí a una fuerza, ya no exterior, sino, ahora sí a una fuerza interior llamada espíritu.
El espíritu, como el cuerpo, como el alma también evolucionan; también van subiendo escalones, eslabones. Aquel impuso ciego de repetirse, de conservarse, de almacenar experiencias, hora en el animal, en el animal que ve, es imagen, es imaginación, es copiar lo que ve, lo que oye, lo que siente. Así almaceno por mucho tiempo, así se batieron las olas de su mar, hasta que el rayo cercano, aquel que iluminó la tierra por primera vez, iluminó también la noche, la oscuridad y el silencio que reinaba en el alma de los animales.
Broto el sol, broto el rayo y ahora está brotando dentro del alma, dentro del cuerpo del animal, otro sol, otro centro; desde los cuales se forman los sistemas. Primero el sistema solar, luego la naturaleza vegetal, animal superpuesta a la primera; luego el sistema, el sistema que ordena al animal, el sistema alrededor de su espíritu. Los últimos sobre los primeros. Capa sobre capa, corteza sobre corteza.
Así como el sol eriza el agua para ser nube y de la nube brota el rayo; así el espíritu eriza los sentimientos para luego ser pensamientos, para luego ser idea.
Solo soles, solo centros de iluminación para ver aquello que nos rodea, aquello que nos forma, que nos alimenta, y desde el cual somos.
Luciérnagas en la noche de los tiempos. El universo también es así. Solo una luz, una fuerza que se abre en la serena oscuridad.
Todo lo nuevo inclusive la vida es una herida abierta sobre la oscura serenidad. Una luz que irrumpe, que abre, que ilumina, que hace un claro en el bosque, para luego lentamente o rápidamente desaparecer.
Eso es la vida, el universo, el mundo: un latido, unos latidos de animales que se están muriendo; pero que sin embargo zapatean, luchan reclaman aquello que no les pertenece, aquello que no nos pertenece.
¿Lo que produce la herida, aquello que irrumpe, aquello que crece, que intenta ser, es la misma serena oscuridad ó es otro ser, otro de los seres que quiere devorar, como lo hace el hombre a la tierra? ¿Así lo hará esa fuerza nueva a la serena oscuridad? Qué infinito, que inconmensurable es lo que nos contiene.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 24 de Septiembre

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Gracias. Karigüe

lunes, 10 de septiembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 1

"A partir del día de hoy comenzaré a publicar todos los lunes un capítulo del libro "Z"."
Karigüe
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VERTICAL

Había transcurrido tiempo, mucho tiempo; como agua de aquel río, mi río. Algo era y aún es, tal vez solo una mirada, una cierta percepción de alguien que estuviera parado arriba del puente, de un puente hecho de barro: tierra, agua y paja; que con el tiempo tomó tal solidez que parecía de piedra. Un puente de piedra, el puente de piedra.
Ahora estoy parado arriba de él y veo el agua pasar, el agua del río, del río de mi vida. Puedo inclusive en este momento, contemplar mi niñez, aquella era, aquel tiempo, que todavía no termino de comprender.
Muchas veces me haz dicho.- Pero si hiciste Análisis, como puedes estar dando vuelta sobre este tema, sobre esta época; ya pasó, ya terminó, ya se fue, no existe mas, ahora eres otro hombre, otra persona.
Pero no digo siempre, sino que de vez en cuando, particularmente ahora que comencé a escribir este libro, me acuerdo de ese niño, que aún soy. No ha muerto, él es una parte mía, la más inocente, la más dulce, la más temerosa. Si aún recuerdo, si aún me viene a la memoria aquel niño, es porque aunque opuestamente a Kiplim, que si bien los niños somos, por no decir son: duros, agresivos, temerosos; pero tiene algo que quiero rescatar, tienen esperanzas, no hay para ellos ese limite, ese frontón, ese paredón, que es la muerte.
La muerte está allí frente a nosotros esperándonos, recibiéndonos dulcemente. Allí está la noche eterna, a donde inexorablemente caminamos, no nos atrevemos a pensar en ella. No pensamos, ni menos sentimos como los Tibetianos: “Todos nos estamos muriendo” Somos fuertes, brindamos por la vida: porque sentimos su inexorable partida, huida. Deberíamos tratarla, tal vez es lo único real e inexorable: nuestra partida. Para qué pensar si cuando estemos allí no vamos a volver, no sirve de nada.
Yo no sé porque cuando lo miro, lo contemplo a través de los recuerdos, a aquel niño delgado, de ojos inquietos y a la vez tristes, que no encontraba referencia, que el mundo para él era sobrevivir, había que pelear, la vida era una pelea casi continua. Los conflictos pasaban como tormentas, pero por arriba de su cabeza, no le tocaban ni menos lo rozaban.
Pero había esperanza; él soñaba, pensaba, miraba, contemplaba aquel inmenso cielo claro, despejado de nubes, aquellas montañas que rodeaban su morada. Aquellos árboles que se doblaban, pero nunca se quebraban, al paso del viento. Aquella arena, tierra, que el viento de Agosto levantaba por las calles, cuando iba a la escuela. La escuela, una profesora llamada Margarita, dulce, delgada, de pelo extenso, negro, encrespado, de tez morena, de una mirada tal que me recordaba a mis hermanas, y que ahora trato de encontrar en las mujeres.
Aquel estanque en donde nos bañábamos, aquel otro en donde murió un amigo, con el cual me peleaba frecuentemente, con el cual jugaba al fútbol, y le tenía miedo, porque era más fuerte y algunos años mayor; pero no importaba tenia que ser fuerte, no podía mostrar el miedo, porque en aquella época, el miedo era una debilidad inadmisible, intolerable, para un chico que sí bien no estaba solo, se sentía solo.
Ese niño ya no tan chico; que creó, que formó la costumbre de hacer las cosas agradables de madrugada. Salíamos, nos levantábamos a entrenar, éramos los compañeros del equipo de fútbol llamado Audax. Nos despertábamos a las cinco, todavía oscuro; unos a otros nos silbábamos, nos despertábamos he íbamos a entrenar, primero ejercicios físicos, luego un partido, un partidito de fútbol, sobre los brotes aún de la alfalfa recién cortada, eran las mejores canchas de fútbol, que encontrábamos no mas allá de unos seiscientos metros de la casa en donde vivía.
Aun cuando contaba con diez y seis años, estudiaba muy de temprano, como ahora escribo. Escribo solo de madrugada, cuando todos están dormidos, cuando el silencio se hace carne en el barrio, en los edificios, en al calle; casi nadie a fuera, casi nadie hace ningún ruido. Solo yo y lo que escribo, solo yo y mis pensamientos. Mis cálculos como en aquel tiempo, esos teoremas que no me costaba mucho trabajo, porque era como un juego, solo había que seguirles el paso, todos tenían pistas, todos te decían como llegar, solo teníamos que rastrear, como ahora rastreo aquello que se quiere decir por si mismo. Solo había que seguir los rastros, las huellas, las señales, las pistas, las palabras, los hechos, las circunstancias y hacer la comida, hacer ese plato de comida con lo que había, con aquello que tengo ahora, en este momento.
Pero hoy comencé un nuevo libro, siempre suelo decir que éste será el libro en donde exprese de una manera clara, sintética lo que quiero decir, lo que hay en mi y se va diciendo. Éste deberá ser él libro, mí obra.
Pero ahora ya después de escribir solo dos páginas me encuentro que va a ser un libro como cualquier otro. Un libro en donde ponga, en donde escriba, lo que siento, lo que pienso, lo que soy; porque por más que digan uno escribe lo que es, uno no puede escribir lo que no es. Describir algo, por supuesto que lo puede escribir, pero creo que deja de ser una expresión natural.
Decía Horacio: “La razón por la que los seres que se aman, no se aburren hablando, es porque hablan de sí mismos” Es cierto así también pasa con el escritor y su escritura, su obra; lo que hace, lo que escribe, no se cansa, no se aburre y cada vez se enamoran mas de sí, cuando escribe sobre sí mismos.
Con el amigo que tiene, con ese amigo, que unas veces es el niño, otras el viejo, otras el temeroso, otras el aventurero, el miedoso, el atrevido.
El pesar como diálogo del alma con ella misma; que en si no es un diálogo sino un cierto fluir, un cierto dejar ser lo que ya es en uno. Nos alimentamos, leemos, pensamos, observamos, como nos sugería Wittgenstein, luego la digestión, la siesta, el dejar madurar, el hacer una digestión lenta y automática, para que luego la sangre del alma distribuya el alimento a través de las inmensas galerías de la que está compuesta. Allí está un espíritu atento, atrevido. inquieto, como un águila que ve, y que luego va sobre al presa, pequeñas aves migratorias que han perdido su camino, pequeñas aves perdidas, ideas, pensamientos que el espíritu, el espíritu hecho Wittgenstein captura, para un buena digestión, para que un nuevo estómago de nosotros los rumiantes lo destile, y lo convierta en lo que hay que escribir.
Un proceso natural, un proceso desde lo invisible, como son los pelos absorbentes, hasta la idea, el pensamiento pasado por nuestro cuerpo, por nuestra alma y aún por nuestro espíritu.
Como un viento, como una brisa que nadie detiene, nosotros solo los transmisores de vida, de la vida, de una vida que se dice a través de nosotros y que nosotros solo la pronunciamos, la decimos, y a lo sumo la escribimos, es decir la guardamos. De eso creo que tratará este obra, este libro, de aquello que se dice a sí mismo a través mío, de aquello que se me ha dado para dar, de aquello de lo que solo soy transmisor y creo que en la medida que lo haga más patente, más concretamente así, mejor será escrito ese libro y más sagrado y mas nítido, mas pleno será mi placer, el placer de escribir este libro que se llamara “Z”, porque va a ser un viaje vertical a través de todo lo vivido, lo sentido, lo pensado.
Es como si la realidad, la vida estuviera, para mí, desarrollándose en dos ejes, el eje X y el eje Y, el espacio y el tiempo. Aquella niñez, aquella juventud, aquella madurez, aquellos trabajos, aquellos pensamientos, sentimientos, que parecían flotar en el tiempo y en el espacio, del allí presente, del ahora, como si el ahora, el presente fuera como un barco que se desplaza, que se nueve, que viaja imperceptible a través del tiempo, que el tiempo solo son olas que lo mueven, lo desplazan para que este barco avance, para que además los pasajeros especiales que viaja dentro de él, disfruten; y, a la vez alguno de ellos describa el viaje.
Es Z porque será vertical, porque tendrá la libertad de viajar de deslizarse por el pasado, por el presente y por qué no por el futuro, y describa en este viaje lo que está detenido, contenido en esos depósitos de presente, algunos detenidos en el tiempo, otros olvidados, pero nunca desaparecidos, sumergidos así nosotros los tratemos de ignorar, de olvidar; nada muere todos permanecen vivos después de haber sido, después de haber nacido.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 17 de Septiembre

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Gracias. Karigüe

viernes, 7 de septiembre de 2012

Poema - De recuerdos

Cajón, cajoncitos invisibles
en donde los recuerdos se reúnen

beben de esa fuente pura
que es la imaginación

como estrellas, como luces
de bengala iluminan la oscuridad,
nuestra oscuridad

nos guían, como si ellas
supieran a donde queremos ir,
a donde queremos llegar

estamos formados por genes
también por recuerdos, ellos
habitan un mundo invisible
en donde cumplen su función

mi alma y aún mi espíritu
están hechos de recuerdos.
Karigüe

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Poema - Brota en ti

Fue como una mirada mutua
percibida, como se percibe
una brisa del mar en el
amanecer

y es como si dentro mío viera
que lo de siempre, lo rutinario
se fuera encendiendo como
las estrellas en una noche
que se va abriendo, entregándose
lentamente

su mirad tierna penetro
en todo mi ser,
desertándolo para que sueñe
una nueva esperanza

presentías que lo antiguo
estaba terminado, hoy ya
de noche brota en ti una nueva vida.
Karigüe

lunes, 3 de septiembre de 2012

Poema - Bastión

He visto esos crepúsculos solares
en donde los rayos del sol
son diáfanos, de colores
extendidos

ya que las nubes parecen
como si abrieran sus alas
y quisieran agarrarse
de ésta tierra ya helada

ríos de vientos, ríos anchos
lentos, cruzan el horizonte
haciendo que las nubes
de colores sean más
diáfanas, mas inmensas

momentos en que la noche
polar le costará llegar,
como si en esos lugares
momentos, el día fuese
un bastión.
Karigüe