lunes, 23 de septiembre de 2013

Libro "Z" – Capítulo 36


TEMPORALIDAD
El dolor de ya no ser, de ya no tener; cuando se pierden cosas, posiciones; pareciera que el mundo, la vida se acaba para uno.
El mundo es vivo, está vivo, como la vida como el hombre; el hombre es el que se mete, el que busca un lugar en ese mundo caudaloso, en ese mundo, en ese lugar vivo, en donde se forma parte de aquello que llamamos humanidad.
Un trabajo, un lugar en donde morar, algunos vecinos, algunos amigos, la familia, todo eso conforman nuestro mundo, esa parte de la humanidad, esa parte del mundo, que en sí es nuestro medio ambiente, nuestra otra mitad, sin al cual es difícil vivir.
Si bien está la tierra, el aire, el sol, el viento, el agua, las montañas, etc.; pero está también el otro, los otros, aquellos semejantes sin los cuales nos cuesta existir.
Puede un hombre estar solo, puede vivir, existir en soledad; pero aunque sea de lejos, es necesario saber de ellos, inclusive cuando escribimos sobre ellos, pensamos en ellos, estamos pensando en nosotros también.
Éste mundo, éste nuestro mundo, no se ha hecho unidireccional, la diversidad son como ramas de un árbol, por las cuales respiramos el aire de la vida, es decir, la propia experiencia vivida a través del otro, a través de esas cosas que de otra manera seria imposible de vivir, no tanto por capacidad ni deseo, sino por tiempo.
Leer, leer historias, experiencias, cosas vividas por otro experimentadas por otros, estudiadas, analizadas por otros también es respirar, también es vivir, pero vivir a través del otro.
El otro es una parte nuestra, es un tentáculo del mundo, pero en el fondo, en las raíces, es un tentáculo de cada uno de los seres semejantes.
Pensamos por lo general, los pensamientos ya pensados por el otro; salvo excepciones, salvo esas ideas o pensamientos que salen solo de vez en cuando; todo lo demás es volverlo a pensar, ver como cuando uno ve las caras de un prisma, algunas tal vez las estamos mirando por primera vez, pero a la vez el prisma nunca deja de ser diferente.
Es decir las leyes del universo, del mundo, de la vida, de los hombres, son leyes únicas básicas que hay que cumplir, como es la ley de atracción y de repulsión, de acercarse y alejarse, que de eso se trata; cada una con su fuerza, con su intensidad de fuerza. Lo que varía en el hombre son las ideas, son los ideales. Tenemos desde que salimos al mundo deseos, miedos, temores, angustias, con las cuales seguiremos por el resto de nuestra existencia, algunos recibido otros creados en nuestra temprana edad.
Respondemos, atacamos, soñamos, tenemos en nuestra mente, en nuestro corazón cosas que quisieron ser, algunas se cristalizaron, otras nunca se las pude concretar, sin embargo tenemos que vivir sea como sea con todas ellas.
Las que se cristalizan, las que se logran, son están allí, se pueden conservar o se pueden perder, igualmente solo nos pertenecen por un cierto tiempo; pero las que nunca fueron, esos sueños soñados, están como bocas abiertas tratándonos de devorar, como perros cada vez más hambrientos, nos ladran y nos tratan de morder.
Resignación, remordimientos, dolor, son como “la resaca de la vida que se depositan en el fondo de nuestra alma”: Vallejos. Muchas veces las vemos pero en los otros logradas, alcanzadas en los otros, es como decía Cabral: “Allí va la mujer que a mi me gusta con el hombre que le gusta a ella”.
Aunque sea en el otro, aunque se alcance en el otro pareciera que se alcanza también en nosotros; por supuesto que la mujer le pertenece, es de él, ella lo elige; pero a mi me gusta, me gustaba, está ella allí, existe, la miro, la puedo contemplar, puedo soñar con ella, que ella sea mía.
Todos dirán pero eso es absurdo, lo absurdo es ni siquiera soñar, ni siquiera alcanzar, a pensar, a sentirla, desear a aquella mujer, algo se ha materializado, no me pertenece pero existe, está allí.
Veo su rostro, sus piernas, su sonrisa, su andar, sus ojos grandes, color de miel, su pelo rizado, su cintura, su pecho, es decir que aún así aunque no está a mi lado, yo siento por ella todo lo que quiero sentir, es por lo menos la mitad; qué ahora no se cristalice, que ahora no sea mía, no me pertenezca, eso ya es otra cosa.
Así nos pasa con nuestro sueño, con los que escribimos, con lo que creamos, Shakespeare, Hölderlin escribían para el futuro, sentían que en algunos años, siglos, ellos iban a seguir existiendo, iban a seguir siendo a través de sus escritos, poder estar en la mente de los hombres que vendrán, creo que es un placer vivido por adelantado, como quien recibe un pago adelantado por algo que será.
Sin embargo es Shakespeare, es Hölderlin, los que están en los libro, cuando los leo, es como si ellos existiera a través de lo que dicen, a través de sus ideas, pensamiento, poemas, etc.
Vida horizontal prolongada, extendida a través de esa tela o ese paño extendido por el espacio que es el tiempo; pero otro tiempo, otro eje del tiempo es la intensidad, es el instante profundo y enraizado en lo ideal, en aquello que siempre está, pero solo del él sabemos, de el se ha logrado arrancar algunas pétalos, algunas hojas con las que hacemos nuestro ramillete de flores y lo ponemos en el centro de nuestra mesa, ó hacemos esos menjunjes, eso preparados para calmarnos el dolor, el dolor de vivir aquello que nos hace soñar, soñar el sueño de poder algún día alcanzar, lograr, saber, lo que es la existencia.
Existir es salir, es como cuando el caracol sale, saca su cabeza de la caparazón solo para mirar, solo para contemplar su camino, luego se arrolla en si, se arroba, se viste con trajes de colores como el camaleón, algunas veces para atraer, otras para pasar disimulado enfrente de aquellos que lo quieren devorar.
Atacar, atacar nunca, solo esperar, escuchar y pensar, arremeter cuando el dique se rompe, cuando las aguas son incontenibles; atacar pero atacar solo por rencor o venganza es solo algo bajo, algo de lo cuando trae, trae como cadena, las desgracias.
Enmudecidos quedamos cuando nos llega una sorpresa, pero una sorpresa casi siempre es una consecuencia de lo que hacemos, lo que hacemos es el dique, luego nos sorprendemos cuando se rompe, cuando el agua inunda nuestras casas, nuestros hogares ó simplemente nos ahogamos.
Pero eso sí, tenemos que obrar, tenemos que cambiar, mejorar, solemos decir aunque la historia no nos lo confirma. Como con un bastón de ciego, caminamos ciegos, solo palpamos a las cosas, nunca las tenemos, la palpamos por algunos instantes solamente.
Luego decimos es nuestra la mujer, el perro, el niño, el trabajo; pero sabemos, no podemos mentirnos, que eso será por un corto tiempo no importa lo prolongado que sea, pero es un tiempo limitado.
Sin embargo es nuestro tiempo, nuestro tiempo limitado el que nos importa, ¡seres temporales! eso nos cuesta entender.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 30 de Septiembre

Si ha leído este capítulo, me gustaría escuchar sus comentarios, enviando un mail a Juan.Karigue@gmail.com.
Gracias. Karigüe

No hay comentarios: