lunes, 7 de octubre de 2013

Libro "Z" – Capítulo 38


ESPERANZA
Sin darse cuenta los años van pasando, van avanzando por nosotros, por arriba de nosotros; y como si la esperásemos aparece la vejes; pero no tanto en si la vejes sino que la otra gente, la gente nueva nos va reemplazando, sin que nos demos cuenta, sin que ni siquiera nos percatemos de ello.
Es la ley de la vida se suele decir, sin embargo el hombre piensa, pero más que piensa, siente, que en muchas cosas se equivocó, que en muchas cosas no hizo lo que tendría que haber hecho.
El tema es que ha medida que avanzan los años el hombre va tomando conciencia de que no hay un solo camino, que la vida por ejemplo no es solo trabajo, que hay cosas, cosas del alma que reclaman ser atendidas, particularmente cuando dentro de uno hay deseos, necesidades congénitas que quieren, que solicitan ser atendidas.
Ve uno su realidad, y ve y siente que las cosas no fueron tan mal hechas, tal vez no se pudo hacer mejor de lo que se había hecho; se necesita experiencia, cultura, maña, para hacer las cosas, para estar al nivel de mucha gente que tiene esos dones.
No en todo somos buenos; pero solo en la derrota se ven las cosas con más claridad que durante los tiempos victoriosos o de suerte, o de cumplido.
Le que da a uno los años, los años de haber visto cómo se arman y se destruyen los imperios, cómo la suerte acompaña al trabajo. Si bien hay una realidad personal, también hay una realidad de grupo, uno está rodeado, trabaja no con marcianos, ni chinos, como se suele decir; sino con personas similares a uno, similares al entorno cultural, tal vez con los mismos conocimientos, con las mismas mañas, pero solo con algunas escasas diferencias que hacen al grupo.
Es el tiempo quien nos dice como son las cosas, como se hacen las cosas. Nos decía Herman Hess: “Ayunar, pensar, escuchar y esperar” Son las cuatro cosas que un hombre debería tener en cuenta pero, no solo para vivir, sino para tener éxito en la vida también.
Tal vez uno de los más importantes es el ayunar, es el comer adecuadamente, con mesura y medida; lo adecuado, lo necesario, aquello que requiere, que necesita el cuerpo, para poder funcionar adecuadamente, cosa tan simple, pero a la cual le damos poco importancia, porque comer es uno de los placeres más exquisitos con que cuenta el animal que piensa.
Luego es escuchar más que hablar, tenemos dos oídos y uno solo boca, la naturaleza nos está indicando que debemos escuchar el doble, de lo que demos los otros, aquellos que están alrededor nuestro y que son, por lo menos en número, mas que nosotros, que solo somos uno.
Uno de lo factores más importantes, más importantes aún que el pensar, es el observar, el tratar de ver como son las cosas, no tanto por lo que los demás dicen, sino por lo que los demás muestran a través de sus actos, de sus obras, allí está lo que el hombre es, y no hay otra cosa que sus obras, aquello hecho, aquello concertado, no hablemos de aquellos que planean, aquello que crean ilusiones, fantasías, planes, proyectos, sino de aquellos que hacen, que hacen las cosas que luego permanecen, que luego forman partes de aquel mundo real en el cual vivimos y hay que considerar real a las cosas del alma, del espíritu, aquello que está allí, frente a lo que somos y a lo que somos como grupo.
Nuestra bendita realidad, las cosas, los hechos vivos que hemos hecho, que hemos fabricado a lo largo de muchos años, a lo largo de toda nuestra existencia, la obra, nuestra obra.
Poder vernos allí, porque ese es realmente nuestra obra, nuestro rostro, nuestro verdadero rostro aquel que incluye a lo que hemos llegado a ser. Que hay tormentas, que hay accidentes, pueda ser, pero son los menos. Lo que hace un accidente es mostrar tal vez prematuramente lo que somos. No cambian en si lo que somos o mejor dicho lo que hemos podido llegar a ser.
Lo otro es pensar, pensar no es otra cosa que ver con la mente, ver con los ojos del espíritu, con aquello que además de ver, de conocer, se proyecta a través del tiempo, a través del espacio y une, junta, reúne, lo vivido, con la realidad y con aquello que soñamos despiertos y dormidos, es decir lo que queremos ser.
De todo ello, de todas estas cosas, se forma el baño fundido, el baño metálico, metálico porque esta hecho, construido, formando, de todas, de todas las parte que fuimos, que pertenecieron a nuestros antepasados, da nuestra historia personal, y a todos nuestros sueño, allí con el fuego del espíritu se funden, hierven. Todo una sola cosa aparente, un solo baño. Esos instantes, esos solos instantes, es cuando podemos ver lo que somos. En aquello momento: vemos.
Luego el molde, el molde es lo que enfría al metal, lo que le da forma, es como una cuna, un vientre hecho por la naturaleza a través del hombre, a través del espíritu del hombre.
Pensar entonces es ver, ver éste molde, ver lo que el medio nos ha permitido ser, la forma que nos dio el medio, y si por medio consideramos lo que hemos podio lograr a través del otro, nuestra obra reflejada en el rostro del otro, es ante todo un respuesta, un eco, recibido de parte, de la respuesta del otro.
Y así llegamos a aquello tan poético, tan hermoso, tan delicado, como es la esperanza; la espera, saber esperar es saber cosechar el fruto a tiempo, no antes ni después sino cuando el fruto está a punto, cuando el fruto no ha caído aún del árbol.
No apurarse a anunciar la renuncia, sino dejarlo a que el medio nos la pida, a que el medio, aquello por lo general presuroso se adelante, se adelante a la indigestión.
La renuncia, la principal renuncia es a la vida, a aquel regalo recibido, dado, vaya a saber por quién, pero regalo al fin, presente al fin.
La vida tiene mas imaginación que uno, la vida nos envuelve como a niños, no acurruca, nos protege, y por cierto siempre lo ha hecho; ella brota como lo que salva, como aquello que nos decía Hölderlin: “Cercano y difícil de captar es el dios; pero cuando aumenta el peligro crece lo que salva”.
Así es la realidad de la vida, de los hombres que la forman, aquello seres que piensan, que tratan de ver, de conocer, de entender.
Parados allí como los Prometos frente a la realidad, a los dioses; no tienen respuesta, solo les queda escuchar, pensar y esperar, a caso falta uno más, además del ayunar.
No será que lo que nos está faltando es el obrar, aunque en sí nunca ha dejando el hombre de obrar, aunque lo hemos hechos más cerca del error que del acierto; pero ese obrar con fe, con principios, con una decisión y voluntad acorde a las circunstancias, siempre que yo sepa el hombre en éstas condiciones ha logrado lo que profundamente desea.
Y ese deseo es lo que en su espíritu se anida, como resaca tal vez de lo vivido, en esos repliegues de un alma que cobija, que contiene, como lo hace cuando se convierte en palabra; cobija, contiene, aquello que se está haciendo constantemente presente, a aquello oscuro, aquello que habita el silencio, aquello que late en nuestro corazón, como queriendo dar un salto y salir antes de tiempo, ser antes de tiempo. Solo la razón, la razón de este nuestro cuerpo mudo, los contiene.
Contiene significa no solo contener, detener, sino que es caparazón, envase, vientre, de aquel fruto que es, que está madurando, que está siendo, aquella realidad de la cual somos; prevemos la punta, la punta de un iceberg.
El dios, aquello que ya somos, aquello que ya está, pero no es tiempo de sacarlos del árbol de la vida, ella nos indicará, no solo por el color, por la dureza, no por el olor, sino, porque el fruto ante todo se entrega, nosotros no lo sacamos, él se entrega.
Podremos algún día entender que nosotros no sacamos de dentro nuestro la vida, la fuerza, el ánimo, el espíritu, sino que ella a través de estos elementos, ella se entrega.
Tal vez esperar es lo mejor que podemos hacer como existentes, esperar pensando.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 14 de Octubre

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Gracias. Karigüe

1 comentario:

millaray arbol dijo...

Q lindas palabras... "esperar pensando"